miércoles 23, marzo 2011

Liliana Alfaya: “Ver las marcas de la picana en mi papá fue terrible”

Los padres de la edil fueron secuestrados en su casa de La Matanza en octubre de 1977. Fueron torturados y picaneados. Estuvieron desaparecidos durante diez días.

La edil se mostró emocionada y contó a los presentes que vivía esta fecha con mucha “congoja” ya que sus padres fueron secuestrados durante 10 días.

La sesión de ayer del Concejo Deliberante de Pilar, en la que se declaró de “Interés municipal” la “Semana de la Memoria”, para la concejal del FPV Liliana Alfaya no fue una más.
La edil se mostró emocionada y contó a los presentes que vivía esta fecha con mucha “congoja” ya que sus padres fueron secuestrados y permanecieron desaparecidos durante 10 días en octubre de 1977.
“Mi papá era delegado gremial de Moritz Hermanos, una empresa que está en Caballito. Como tantos, un día de octubre del ‘77 a las 2 de la mañana, en La Matanza donde vivíamos, sucedió lo que te relatan las miles de historias: los golpes, los gritos…, los del Ejército gritando ‘abran‘ rodearon la casa y se llevaron encapuchados a mi papá y a mi mamá”, relató Alfaya a Pilar de Todos.
“Nosotros somos cuatro hermanos, yo que soy la mayor tenía 13 años y mi hermano más chico tenía 5 y vivimos esa cosa terrible de no entender qué sucedía. Los gritos que te despiertan de madrugada, me acuerdo de la casa revuelta y que hasta los discos de Palito Ortega se habían llevado, cosa que hoy causa risa y uno en el momento no podía entender”, contó la edil.
Además, Alfaya señaló la tristeza y la incertidumbre que vivieron sin tener noticias de sus padres hasta que aparecieron luego de 10 días de permanecer como desaparecidos y ser torturados.
“Estuvimos sin saber nada durante muchos días y una noche estábamos durmiendo con mis hermanos y se aparece la figura de mi papá en la puerta a contraluz. Parecía un sueño pero era mi viejo que había vuelto”, recuerda con mucho dolor.

Dolor
“Me acuerdo el primer día que entré a la ESMA, que tuve el privilegio de hacer con Néstor Kirchner. Sentías dolor en el ambiente, era el dolor en las paredes, era el sonido del dolor y los gritos, era  muy fuerte.  Más allá de la predisposición y de subjetividad que uno pueda tener, mirar ese lugar y pensar que había mujeres pariendo en ese piso, torturadas, a las que les arrancaron sus hijos, no entra en la mente humana”, sostuvo la concejal.
“Es muy difícil de imaginar mentes capaces de hacer lo que hicieron. La noche que mis viejos aparecieron y ver la marca de la picana en mi papá es terrible, mueve muchas cosas, sobre todo la responsabilidad”, señaló Alfaya, para quién recordar el genocidio de los militares es parte de su trabajo como concejal y como ciudadana defensora de la democracia.
“Soy respetuosa de las prácticas políticas y del cargo electivo, en este caso como concejal, veo que tenemos ese gran peso de la historia a quien rendirle homenaje cotidianamente con lo que hacemos. Podemos equivocarnos, podemos no estar de acuerdo, discutir, pero tiene que ser dentro de ese ámbito de la democracia que aprendimos entre todos”, señaló.
“Mis padres mucho tiempo creyeron que estuvieron en el centro clandestino el Banco o el Vesubio, que son los que están en Richeri y Camino de Cintura, pero cuando declararon a la CONADEP, por los sonidos que escuchaban y los sobrenombres del lugar se dieron cuenta, con otros sobrevivientes, que habían estado en el Club Atlético ubicado en Paseo Colón debajo de la autopista. Un lugar al que todavía no pude entrar a mis 46 años”, contó Alfaya.

María Florencia Sain








 
 
 
 
 
 
 
 



 
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