martes 27, abril 2010

Opinión

“A la deriva; sin política ambiental a la vista”

Por María Rosa Batalla

El 22 de abril se “celebró” el Día de la Tierra. ¡Qué bueno hubiera sido  celebrarlo de otra forma!
Pero lamentablemente a horas de haberse conocido el fallo de la Corte Internacional de La Haya, no pudimos celebrar nada. El fallo había sido lapidario: Uruguay no respetó el Tratado del Río Uruguay. Pero nuestro gobierno no pudo demostrar que Botnia contamina.
Es decir, que el gobierno nacional no pudo (¿o no quiso?) aportar evidencias  contundentes sobre el nivel de la contaminación. Era una verdad indiscutible, pero pareciera que ninguno de los responsables de defender el ambiente en la Argentina,  encontró las pruebas de esa contaminación. Dice textualmente el fallo: “Argentina no presentó pruebas suficientes para mostrar la relación entre los malos olores y la contaminación que pudiera estar provocando la papelera.  No hubo impacto sobre el turismo".
Pero  claro, el gobierno argentino es coherente consigo mismo. No pudo aportar pruebas porque en realidad no le interesa el ambiente. Carece de una política ambiental definida.
Sino, cómo un gobierno que permite que agua pura de glaciares sea derrochada para extracción de oro con cianuro que exportamos a Canadá va a encontrar pruebas contundentes. Cómo un gobierno que vetó la Ley de los Glaciares, un gobierno que permite que en el país sigan existiendo otras pasteras más obsoletas que Botnia, que está construyendo (con tecnología también obsoleta) una usina eléctrica a carbón, altamente contaminante en uno de los entornos más puros del mundo, en Río Turbio, va a ser protector del hábitat principal de nuestra especie, que es este planeta.  
El Riachuelo es otro caso evidente de esta falta de políticas ambientales. El Riachuelo arrastra 200 años de contaminación incesante. La Corte Suprema obligó a la Nación, a la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires a limpiar el Riachuelo, pero como Ud. habrá podido apreciar, nadie ha cumplido con ese fallo.
En nuestro distrito el Río Luján puede convertirse en otra cloaca a cielo abierto como ya lo son el Río Reconquista y el Riachuelo. 
Las autoridades llevan adelante las mismas tácticas del tero, que chilla por un lado  y pone huevos en otro. Chilla en La Haya, con endebles argumentos, pero permite que en la Argentina no se cuide el ambiente. Así como están las cosas, a la muletilla  “el medio ambiente no le interesa a nadie”, podríamos agregar que a nuestros mandatarios, menos aún.

Lic. María Rosa Batalla


 




 
 
 
 



 
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