jueves 18, marzo 2010

Opinión

Kiosco “Carteles”

Por Gabriel Lagomarsino

No es una novedad que al municipio siempre le falta dinero: una gestión desordenada, con apenas un puñado de áreas que pueden reconfortarse por haber certificado normas de calidad; el resto, es como si no se hubieran enterado que estamos en 2010. El sistema de salud no tiene ni siquiera un sistema de turnos eficaz, principal reclamo de quienes se atienden en centros de salud y hospitales. Ni  hablar de insumos, carrera médica para que se premie a los mejores y no a los más “amigos de la casa”, etc.

Sin embargo, y sin profundizar más el análisis de las eternas ineficiencias de la Administración municipal, existe un término en esta ecuación contable que nunca es lo suficientemente transparente; me refiero a los ingresos públicos de la Municipalidad, que como se entiende, son los que –descontados los gastos– producen o bien “déficit cero”, como supuestamente ocurrió en los primeros años de la gestión zuccarista o, como ahora, generan un gran “rojo” que golpea de plano a las prestaciones que se brindan desde el Estado.

¿Porqué Pilar, lugar elegido por los inversores más importantes -en términos económicos- de nuestro país, no puede  lograr un presupuesto público equilibrado, y que acompañe a las persistentes deudas sociales que acarreamos como distrito desde hace décadas?

Hay una lista muy larga de razones que en mi opinión lo pueden explicar, pero me voy a detener sólo en una: y es la existencia de “kioscos”… lugares donde se vende de todo, como si fueran golosinas, o cigarrillos, pero con la “diferencia” que en estos comercios el dinero de las ventas no siempre termina en la caja del negocio.

Ejemplo I. En la ruta 25, en el tramo Pilar-Moreno, reasfaltado hace unos pocos meses, se han colocado decenas de carteles publicitarios que son totalmente ilegales, porque la Ley de Tránsito de la Provincia de Buenos Aires prohíbe expresamente su colocación.
Sin embargo, los carteles están, y no son de un puesto de tortillas al costado del camino; muy por el contrario, son “señores carteles”, esos cuya producción cuesta muchos miles de pesos. Están por todos lados, invadiendo el espacio público, violando la ley, aumentando el riesgo de accidentes al entorpecer la visión, y, lo que es peor para el municipio de Pilar, evadiendo impuestos; porque se sabe que los carteles están alcanzados por una tasa de publicidad, que se paga en función de sus características constructivas; sin embargo, no es posible que la Municipalidad esté cobrando por algo que es ilegal, como los carteles puestos en zonas de la red de caminos del ámbito provincial. En consecuencia, o bien lo que se cobra en este “kiosco” es ilegal porque no existe “hecho imponible” legal que genere una carga tributaria sobre algo ilegal, o bien lo que el dueño del cartel paga para instalarlo, no entra a la caja del municipio.

Durante mis campañas a Intendente de Pilar de 2003 y 2007, nuestro equipo de colaboradores pidió a reconocidas empresas cotizaciones por  carteles de publicidad en la vía pública; en ambas oportunidades, dos empresas de cartelería nos dieron a entender que en caso de contratarlos, el costo por “tasas municipales” sería “conversable”, porque ellos podían “evitarlo”… ¿será así?

Ejemplo II. Además de los carteles ilegales del párrafo anterior, nuestro Distrito está inundado de otros que si bien no están violando la ley de tránsito, tampoco cumplen las normas y ordenanzas de manera acabada. La gran mayoría de carteles instalados al costado de calles y rutas, están puestos en sentido transversal al eje de la calzada, como si se tratara de señales de tránsito; no es necesario aclarar el riesgo que representa semejante cosa para todos. A la luz de que los accidentes de tránsito son una de las principales causas de muerte entre los jóvenes, el Estado debería ordenar esto. Pero si eso no ocurre (y hace demasiado tiempo que no ocurre), me queda la sensación de que en Pilar el espacio público es una especie de gran “zona liberada”, donde cualquiera hace lo que quiere, a sabiendas de que siempre habrá formas más económicas de proceder que respetando las leyes, y en última instancia, que respetandonos a todos como ciudadanos.

Ejemplo III. El famoso y visible cartel que cruza la Av. Tratado del Pilar frente al Colegio de Hermanas, propiedad de la empresa Grupo al Sur S.A., vinculada al ex Secretario de Medios de la Nación Enrique "Pepe" Albistur es, según dos fuentes consultadas de la Dirección de Vialidad de la Provincia de Buenos Aires, un claro ejemplo de irregularidades: más allá de la cuestionada aprobación municipal, el hecho es que Vialidad nunca intervino, a pesar que el cartel fue instalado en una zona que está bajo la órbita del organismo provincial. “Sabiendo como se manejan las cosas, y para evitarnos dolores de cabeza, no dijimos nada”, me expresó apesadumbrado uno encumbrado funcionario de la Dirección de Vialidad.

Propuesta
Si al gobierno municipal las cuentas no le cierran, sería apropiado que en lugar de recortar gastos como los bidones de agua, o como las horas de atención médica en centros de salud como el de Villa Astolfi, se preocupara por ordenar, controlar y cobrar por los carteles de la vía pública, que por ley puede y debe cobrar.



 




 
 
 
 
 
 



 
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