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Análisis

La vuelta a  escena del Comité de Cuenca del Río Luján

Por Lic. María Rosa Batalla

¿Podríamos acusarnos, como  sociedad, de no escuchar a la naturaleza? Estoy convencida de que es así. Como muestras sobran las  inundaciones de estos últimos días…

¿Podríamos acusarnos, como  sociedad, de no escuchar a la naturaleza? Estoy convencida de que es así. Como muestras sobran las  inundaciones de estos últimos días. Tanto sea el caso con mayor repercusión mediática como lo es el de San Antonio de Areco,  o las que acontecieron en nuestro distrito. Si bien son de menor magnitud, no por ello debemos ignorar su importancia. Ambas nos evidencian que las consecuencias de la intervención humana se ponen de manifiesto y la naturaleza se cobra el desprecio por sus “leyes” avasalladas.
¿Cuál fue la causa de que la tradicional ciudad de San Antonio quede bajo las aguas? Se ha mencionado que es debido a la construcción clandestina de canales,  también  a la inoperancia de la gente de Hidráulica de la provincia de Buenos Aires,  al menoscabo del terraplén, a la invasión del acacio negro, o simplemente a las condiciones geomorfológicas del terreno. Lo más probable es que la responsabilidad le quepa a una sumatoria de todas estas variables.
Pero lo que sí es innegable es  la falta de un manejo integrado de la cuenca del río Areco. De la misma manera, que en nuestra región tampoco hemos sido capaces de manejar correctamente la cuenca del Río Luján y en una escala más local, no hemos sabido manejar la cuenca de los arroyos que surcan el territorio pilarense: las consecuencias de esta inoperancia están a la vista.
Los desastres  ambientales en las cuencas hidrográficas, como son las inundaciones tanto en San Antonio de Areco como en Pilar,  son desacuerdos y contiendas sobre el acceso, control y utilización de los recursos en sus respectivas  cuencas. Los conflictos surgen a menudo porque la gente utiliza los recursos naturales  de distinta manera, o porque decide cambiar la forma de manejarlos. Los desacuerdos también surgen cuando estos intereses y necesidades son incompatibles, o cuando las prioridades de algún grupo de usuarios no figuran dentro de las políticas, programas y proyectos.
En años recientes, el ámbito, la magnitud y la intensidad de los conflictos sobre los recursos naturales han aumentado. Si no se toman en cuenta, estos conflictos pueden agudizarse hasta generar violencia, provocando así además la degradación del medio ambiente, la interrupción de proyectos y la pérdida de la calidad de  vida de la población.
Pero para que el manejo de los recursos hídricos sea participativo y equitativo, el primer paso es reconocer que el conflicto existe.
Estos también surgen a raíz de contradicciones: la desigualdad en la distribución de los recursos; o debido a carencias en las políticas públicas, como la falta de asesoramiento técnico y la falta de decisión política en la ejecución de programas que realmente solucionen los problemas desde la raíz son moneda corriente en nuestros distritos.
Los conflictos se manifiestan de muchas formas, desde la infracción de reglas hasta actos de sabotaje y violencia.
A veces los conflictos permanecen ocultos o latentes. La población puede permitir que el conflicto se vaya desarrollando en forma encubierta, debido al miedo a represalias, desconfianza, presión de los demás, dificultades económicas, desconocimiento de las herramientas de participación ciudadana, etc. En ocasiones, la falta de discusión pública no significa que no exista conflicto.
El llamado a una nueva reunión del Comité de Cuenca del Río Luján que se dio este jueves pasado en la ciudad de Luján, es un buen síntoma. Quizás sea un reconocimiento del conflicto y una toma de conciencia de los reclamos de la naturaleza. Reconocer la necesidad de implementar un plan director que contemple la problemática de la cuenca, más allá de las esporádicas y espasmódicas medidas hidráulicas que tome cada municipio por su cuenta, son señales alentadoras.
Con una mirada positiva y a la vez crítica, esperamos que este retorno al abordaje de la problemática  de la cuenca del Luján involucre a todos los interesados y a los actores claves, sin soslayar a la ciudadanía y, especialmente, a quienes son más vulnerables ante los desastres naturales.  No obstante, la situación actual  nos obliga a mantenernos atentos a aquéllos a quienes desde hace años nos preocupa el estado de la cuenca y la falta de funcionamiento del Comité. La suerte está echada.

Lic. María Rosa Batalla
Docente e investigadora de la Universidad Nacional de Luján
Miembro del Centro de Información Ambiental de la Cuenca del Río Luján (CIACLU)

 

 
 
 
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