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El debate, una deuda pendiente
Jóvenes, noches y alcohol, un problema que sigue lejos de una solución
Con la prohibición de ingreso de menores de edad a los boliches, en Pilar se detecta una emigración de ellos a Escobar. El intento de crear matinées. Y aumenta la realización de fiestas particulares, sin control y adultos responsables.
 Cada fin de semana, los jóvenes se transforman en centro de atención de un cúmulo de miradas que esperan que puedan divertirse sin agresión, evitando el alcohol y sus combinaciones, y de padres que rezan para que los suyos no sean los protagonistas de las noticias del día.
Pero aún se sigue sin poder confiar demasiado en que los chicos salgan y vuelvan intactos y la falta de responsabilidad de los mayores, del estado y de la sociedad los pone en un riesgo mayor y mucho más a los que son menores de edad.
En Pilar hubo un intento por regular la presencia de menores en los boliches de la zona del denominado corredor nocturno. La idea era la de crear en esos locales, la modalidad de matinées, pero según confirmaron desde el municipio, esa idea no prosperó.
“Estamos en condiciones de decir que la matinée no existe en Pilar”, aseguró Roberto Airoldi, director del área de Coordinación de Inspecciones, quien además agregó que el fracaso de esa modalidad se produjo debido a que “no dio resultados comerciales”.
“Se intentó reglamentar, se implementó los primeros días pero no tuvo continuidad porque no dio resultados comercialmente”, señaló el funcionario en diálogo con
Pilar de Todos.
De todos modos, a pesar del intento fallido por evitar la presencia de menores de edad en la noche, con el objetivo de alejarlos de la venta de bebidas alcohólicas, el gobierno detectó un importante descenso de la presencia de chicos menores de 14 años en las calles. Pero la noticia no pone contento a nadie.
Es que la poca presencia de menores de 14 años se da porque en los últimos meses, esos chicos han emigrado para buscar “diversión” hacia el distrito de Escobar.
“En la actualidad, los chicos se están yendo a Escobar. Desde allá mandan combis para ir a boliches de ese distrito. No sé cómo se manejan allá, hay una libertad bárbara”, analizó Airoldi quien todavía se dirime entre prohibir la entrada de los menores o dejarlos en la calle.
- Cuando ve un menor en la noche de Pilar ¿piensa que es mejor que esté dentro de un boliche o en la calle?
- Esto lo tengo que contestar fuera del ámbito de funcionario. Como inspector municipal tengo que decir que está prohibido que ingrese; pero como padre de seis hijos prefiero que un pibe de 17 años esté adentro del boliche y no en la calle.
Fiestas privadas
Lejos de festejar la poca presencia de menores de edad en las calles en busca de un boliche, en Pilar comenzó a proliferar otra modalidad que le permite a ese grupo escaparle a los controles de los inspectores municipales y continuar inmersos en el círculo vicioso de la venta de alcohol: las fiestas privadas.
Son las que se realizan en viviendas particulares, preferentemente casas quintas, y en las que se incita a los asistentes a participar de alguna temática en particular. Allí, la venta de alcohol es descontrolada y los “organizadores” no distinguen entre mayores y menores de edad. Además los lugares suelen ser inseguros ya que no cuentan con las medidas de seguridad necesarias para poder actuar en caso de emergencia.
Según el director de Inspecciones, esas también son las fiestas que más conflicto presentan a la hora de ser clausuradas, tras el aviso de los vecinos que suelen quejarse por los ruidos molestos.
“Las fiestas masivas en casas quintas son en las que hemos sentido la mayor resistencia a la hora de cerrarlas. Y lo que está pasando es que ha crecido más la modalidad de realización de esas fiestas”, se lamentó Airoldi.
Mientras tanto, los chicos siguen encontrando alternativas para conseguir alcohol y divertirse, desafiando los límites de sus propios cuerpos y hasta poniendo en riesgo sus vidas.
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