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Análisis
Día Internacional del Ambiente
María Rosa Batalla
Lic. en Información Ambiental
Por la resoluciónNº2994 del 15 de diciembre de 1972, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas designó al 5 de junio como "Día Mundial del Ambiente…
Por la resoluciónNº2994 del 15 de diciembre de 1972, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas designó al 5 de junio como "Día Mundial del Ambiente. Ese día fue la apertura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano de Estocolmo, Suecia en 1972. Ya han pasado casi cuarenta años, y nos preguntamos: ¿Hay algo para celebrar? ¿Podemos festejar la instauración de esta fecha? Por estos días, vemos publicaciones en diarios y revistas, artículos en medios especializados un cúmulo de palabras que nos recuerdan la Conferencia de Estocolmo, como un paso inicial y todos los intentos posteriores para que, de una vez por todas, hagamos algo por el mundo en que vivimos. Así como la Eco Río ´92 fue un estallido de buenas intenciones y de euforia ecológica, la siguiente reunión Cumbre de la Tierra de Johannesburgo ´02 nos echó en cara la evidencia de lo poco que se había avanzado. Incluso, se debió reconocer que el estado general del planeta había sufrido un deterioro notable.
Ya hemos hablado en otras oportunidades de cuál es el tipo de desarrollo queremos. Tengamos en cuenta que toda acción productiva que no contemple la protección del ambiente va a ser un desarrollo a corto plazo. Algunos indicios como el cambio climático, el recalentamiento del agua, de los océanos, la contaminación de agua, suelo y aire son una síntesis de todos los problemas ambientales que estamos viviendo. No son más que productos de un tratamiento inadecuado de los recursos naturales y de los ecosistemas por parte de la sociedad.
El desarrollo debe ser sustentable, es decir debe contemplarla necesidad de protección ambiental, de lo contrario vamos hacia una derrota segura. Si no tomamos conciencia, si no nos damos cuenta de que tanto desarrollo como protección ambiental son dos caras de una misma moneda, y que como tal deben darse de manera simultánea, el resultado no será el más afortunado. No puede darse el desarrollo por un lado, y luego, más tarde la protección del ambiente. El daño ocasionado es por general, irreversible o muy difícilmente se logra remediarlo.
Pero a través de nuestra Constitución hay mandato que cumplir, el del Art. 41. Su cumplimiento debería ser una exigencia de la ciudadanía ante las autoridades para que establezcan políticas conducentes a esa articulación entre desarrollo económico, protección ambiental y el bienestar de la sociedad.
Actualmente, desde el poder podemos percibir señales ambiguas como lo es el caso de la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección de los Glaciares. En el veto total a esa norma, se privilegiaron intereses particulares de empresas mineras sobre el bien común. Pero no es el único ejemplo: la deforestación, la falta de políticas públicas en el tratamiento de las cuencas de los ríos, son manifestaciones claras de la inoperancia y de la evidente falta de comprensión de la protección de medio ambiente. Lo que significa ir en contra del desarrollo.
Jornadas como la de hoy, nos remiten a que es imprescindible la toma de conciencia, la necesidad de conocer el estado del ambiente, de contar con datos, elementos y medidas que puedan llevarse a cabo ante la falta de políticas públicas. El acceso a la información pública, las audiencias públicas, la información ambiental disponible, la participación ciudadana comprometida, pueden ser vehículos que permitan a la sociedad hacer escuchar su reclamo para que aquéllos que tienen la responsabilidad política de defender el ambiente cumplan con esa función insoslayable.
María Rosa Batalla
Lic. en Información Ambiental
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