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13 DE FEBRERO DE 2009
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Salud, desde el corazón

Voluntarias de hospitales: sin esperar nada a cambio

Brindan su tiempo, además de energía y entusiasmo. Andan por los pasillos, habitaciones y salas de espera, regalan palabras de aliento y hasta horas de juego. Quiénes son y qué función cumplen las voluntarias de un hospital.

“Poco tiempo después de comenzar la actividad asistencial en el Hospital Universitario Austral (HUA), vimos que existían una gran cantidad de tareas que, al igual que en una casa de familia, no eran competencia de ninguno de los profesionales: médicos, enfermeras, administrativos y técnicos”, cuenta la Dra. Beatriz Gavier, una de las directoras de la institución. Sin embargo, esas tareas resultaban necesarias para que en el HUA naciera y se consolidara la cultura propia, fundada en “valores humanos y cristianos”, como se expresa en la Misión del Centro Académico de Salud.
“Fue así que le hablé con una de mis pacientes, que tenía muchas ganas de hacer algo por el Hospital, sobre la posibilidad de organizar el Voluntariado. Adela Saiz Martínez aceptó el desafío con entusiasmo; luego se fueron sumando otras mujeres conocidas, Rochi, Graciela, Susana, Aidita, Vicky, Beba”, continúa diciendo Gavier, y cuenta que para formalizar sus funciones redactaron un breve reglamento y empezaron a trabajar en los distintos sectores.
A lo largo de estos 8 años, el Servicio de Voluntarias se ha ido consolidando y adoptando un rol fundamental. Se reúnen una vez al mes para programar la colaboración con las distintas áreas de acuerdo con las necesidades que surgen. Realizan tareas de todo tipo: acompañan pacientes, los ayudan a realizar trámites, los orientan dentro del edificio. Auxilian a otros profesionales en Farmacia, Enfermería, Oficinas. Recorren los pisos con “ojos de madre de familia”, fijándose en esos mil detalles que hacen más agradable la vida a los demás.

Tan ocultas como eficaces
Las Coordinadoras del Voluntariado, Victoria Saint Pierre y Susana Deu, cuentan que las tareas son muy variadas, pero que el objetivo es estar al servicio del otro. “A veces los acompañamos cuando llegan a internarse, otras, cuidamos a sus hijos para que salgan a tomar un café y siempre rezamos por ellos”, dice Deu. También preparan las bolsas de regalo para recién nacidos, ponen los carteles con el nombre del bebé en las habitaciones, visitan a los enfermos que están solos, los ayudan a caminar cuando tienen indicación de empezar a movilizarse pero se sienten inseguros. Distribuyen las revistas y folletos en las salas de espera, hacen tareas de mensajería interna... “Especialmente, cuidamos que todo esté tan prolijo como si fuera nuestra propia casa”, afirma Saint Pierre.
La tarea que más les gusta es la de facilitarles la atención espiritual cuando los pacientes o familiares la solicitan: “Les contamos que están los Capellanes disponibles para visitarlos, si han pedido recibir la Comunión, pasamos antes por la habitación para acondicionarla adecuadamente, tratamos de acompañarlos en los momentos más difíciles, rezando por ellos”, concluye Susana Deu.

Animarse a ayudar en el dolor
“Un servicio desinteresado, gratuito”, de esa manera se refería al trabajo de voluntariado el Papa Juan Pablo II, cuando en el año 2001 presentó un discurso a los asistentes del Simposio Internacional sobre el Voluntariado: “En una sociedad que siente la influencia del materialismo y el hedonismo, la vitalidad del voluntariado es un signo prometedor de esperanza”, afirmó en esa ocasión. Señalaba a su vez que la acción de los voluntarios significa una respuesta a las expectativas profundas de la persona. En situaciones de sufrimiento, como las que se viven día a día en el Hospital, aquellas expectativas de las que hablaba Juan Pablo II aparecen de manera espontánea y en ocasiones dramática. Las voluntarias del HUA saben que su tarea se desempeña en un contexto de dolor, por eso asumen que parte fundamental de su compromiso requiere estar preparadas para acompañar al que sufre. Para esto, resulta imprescindible que comprendan su trabajo, siguiendo las palabras del Papa polaco, como, “un testimonio de amor gratuito al prójimo”.
A su vez, su tarea les exige una base de comprensión hacia el paciente, pero también hacia todos aquellos que directa o indirectamente se ven afectados por su sufrimiento,  fundamentalmente las familias. Por esto, el servicio que prestan tiene un alcance incalculable. Detrás de cada paciente, hay otras personas que se benefician de su presencia en el Hospital.
“El dolor es una realidad que nos pasa a todos –expresa María Celia Tanaka, una de las voluntarias–, pero hay un dolor muy triste en los hospitales que es la soledad.” Hay familias que llegan desde muy lejos y no sólo están sufriendo la enfermedad de uno de los suyos, sino también el desarraigo, los temores, la incertidumbre. “Están solos porque no hay quien los acompañe, y como voluntaria una comprueba que a veces necesitan hablar y recibir una palabra de Fe, que es lo más valioso que tenemos para dar”, concluye Tanaka.
Tras su estadía en el Hospital, algunas familias de los pacientes agradecen muchísimo la compañía de las voluntarias y más de una vez les han preguntado: “¿Cuánto es?”, a lo cual ellas se apuraron a responder: “¡Nada!”.

¿Qué significa ser voluntaria?

¿Cuál es su misión?
Comprometerse a servir los valores que hacen a la fe, la solidaridad, la verdad y la promoción de la cultura de la vida. Ejercerlo con criterio responsable, madurez de juicio, prudencia, confiabilidad, calidez y amor al prójimo, confortar y estimular a los pacientes y familiares, brindándoles compañía y recreación.

¿Qué implica ser voluntaria?
Ante todo, el voluntariado es un trabajo que exige compromiso y responsabilidad, aunque sean pocas horas semanales.

¿Hace falta experiencia?
No hace falta haber trabajado antes ni en un hospital ni en un voluntariado.

¿Qué se necesita para ser voluntaria?
Es muy importante que la persona tenga espíritu de servicio y, sobre todo, una idea clara de qué la motiva para hacer este trabajo.

¿Qué hacer si uno quiere integrarse al equipo?
Llamar al Hospital y concretar una entrevista con las Coordinadoras de las Voluntarias

Algunas historias

Acompañar a morir
“Una vez –cuenta Victoria Saint Pierre– me pidieron que cuidara a un Hermano marista, que estaba gravísimo. No comía y casi no hablaba. La enfermera me dijo que intentara hacerle comer algo y entonces yo empecé a charlar con él. Me fue contando su vida, me contó que generalmente otros Hermanos de la Comunidad lo acompañan, sobre todo por la noche. Poco a poco, entre charla y charla me entretuvo con las historias de su pasado en España, me habló de sus recuerdos y, de repente, comenzó a comer. Cuando entró la enfermera, se quedó muy sorprendida. Al día siguiente, falleció. Me dio pena pero a la vez tuve la alegría de saber que pude acompañarlo y hacerle más llevadero su último día en la tierra”.

Unas caminatas necesarias
Entre sus historias, Susana Deu relata que una vez le tocó acompañar a una familia de Tucumán, una madre y su hijo adolescente que necesitaba un trasplante de médula. “Me sorprendí al ver que las familias que vienen de lejos y pasan tantas horas dentro del Hospital a veces lo que más necesitan es alguien con quien salir a caminar, dar una vuelta y charlar de otras cosas”. Así fue en este caso. La labor de Susana como voluntaria consistió en salir varias veces a caminar con la madre por el jardín del Hospital, tomar un café, cambiar de aire y lograr que ella se sintiera acompañada. Ser una amiga en los momentos difíciles.

Cuidar a los niños
Una chica de cinco años llegó en helicóptero al Hospital. Venía de La Plata para someterse a un trasplante hepático. Su madre no había podido volar con ella y la niña estaba con miedo, lloraba, pedía por su madre y preguntaba a cada rato “¿Y mi mamá? ¿Y mi mamá?”. Había que entretenerla o su sala se convertiría en un valle de lágrimas. Así fue como una voluntaria buscó juguetes y se dispuso a pasar las horas con la niña hasta que llegara la madre. De tanto en tanto, la niña miraba la ventana, pero la voluntaria le repetía: “Ya va a llegar... ya va a llegar”. Cuando finalmente se encontraron, ambas agradecieron mucho esas horas de juego.


 

 
 
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