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12 DE FEBRERO DE 2009
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Educación Ambiental

Sequía: Cómo podemos cuidar el agua

La sequía deja en evidencia la falta de políticas públicas en educación ambiental  para orientar y concientizar  a la población en un uso más responsable y solidario del agua.

Por María Rosa Batalla
Lic. en Información Ambiental

Más allá de las reparadoras y esperadas lluvias que cayeron durante  los últimos días, estamos atravesando la peor sequía de los últimos cincuenta años. No sólo áreas semiáridas del país han sido afectadas por la falta de agua. Lo sufre la pampa húmeda, más acostumbrada a la abundancia hídrica que a la escasez. A la vez,   más “acostumbrada” al derroche que al uso racional. Probablemente esa abundancia hizo que no practiquemos conductas adecuadas. Abrimos una canilla y ahí está, no  hay que traerla del río, ni de un aljibe. Incluso, regamos los jardines, cambiamos el agua de las piletas y si una canilla pierde, no llamamos al plomero de inmediato. Pero no es sólo una cuestión cultural. Además, lamentablemente la falta de políticas públicas no ayuda a sobrellevar la situación. La educación ambiental no es moneda corriente en las escuelas argentinas. De allí, que no se encuentre instalada desde la escuela la cultura del cuidado del agua. Es decir, una verdadera formación y trabajo riguroso en  un conjunto de pautas y comportamiento que nos lleven al uso responsable  del agua. ¿Cómo podríamos modificar la situación ante la emergencia, de una vez y para que quede instalada para siempre?
Veamos, la  Conferencia de Naciones Unidas para Medio Ambiente y Desarrollo reunida en Río de Janeiro en 1992, más conocida como Río ´92,  elaboró un documento final, la Agenda 21. Su objetivo, no vinculante, proponía pautas a seguir a los Estados firmantes para la mejora continua de las condiciones ambientales de esos países y del planeta. El capítulo 36 establece: “Es muy importante sensibilizar a las personas para involucrarlas en los problemas ambientales, en el sentido de buscar soluciones efectivas para el desarrollo y la planeación ambiental. El proceso educativo puede despertar la preocupación ética y ambiental entre los seres humanos, modificando los valores y las actitudes y propiciando la construcción de habilidades y mecanismos necesarios para el desarrollo sustentable”.
La cita  equivale a propiciar la concientización de la población para que participe en la solución de los problemas ambientales. Para eso es necesario modificar la actitud frente a  ellos y también adquirir habilidades para promover el desarrollo sustentable  (del que ya hemos hablado en entregas anteriores). ¿Conocemos un vehículo mejor que la educación para viabilizar esos cambios? Hasta el momento, no. Es desde la escuela que los chicos deberían aprender la importancia de cuidar los escasos recursos con los que contamos, el cuidado del lugar donde vivimos y la posibilidad de trabajar y progresar sin contaminar.
Por otra parte, la educación ambiental como toda educación que se precie, no sólo se imparte en la escuela. Hay carriles informales  y no formales para  modificar conductas no amigables con el ambiente. Los estados, las ONGs, los medios de comunicación son también responsables de la difusión de estos principios.
Hoy advertimos que no hay llamados de atención acerca del uso solidario y responsable del agua, que apunten a obtener un mayor grado de participación de los usuarios. De este modo, y a pesar de las altas temperaturas y la sequía, la provisión de agua no sufriría tantas  alteraciones ni las napas se deprimirían por la exigida demanda. En nuestro partido especialmente vemos cómo millones de litros de agua se emplean en riego de canchas de golf o de polo, en parques y jardines gigantescos, sin el menor sentido de solidaridad que la situación reclama. Pero también es injustificable la ausencia estatal en este tema.
 Ahora, ante la crisis es cuando se advierte la falta de la implementación de  educación ambiental  en todas sus formas conocidas. Es el momento para cambiar de rumbo. Hoy es el cuidado del agua, mañana podría ser el tema de los residuos o de la importancia de los espacios públicos, el saneamiento de nuestros contaminados ríos y arroyos, la responsabilidad ambiental empresaria, y la lista podría extenderse indefinidamente. Lo  importante es que hoy la sequía nos abre los ojos ante una realidad dura y acuciante, dejando al descubierto una deuda que tenemos no sólo con las generaciones futuras sino también con las actuales, para ello hoy eduquemos ambientalmente.

Para mayor información, recomiendo entrar a la página del Centro de Información Ambiental de la Cuenca del río Luján en:  www.ciaclu.com.ar

María Rosa Batalla
Lic. en Información Ambiental


 

 
 
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