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¿Qué modelo de desarrollo queremos?
María Rosa Batalla - Lic. en Información Ambiental
Es cada vez más frecuente en los medios de comunicación o en boca de funcionarios, industriales y ONGs el uso del término “desarrollo sustentable o desarrollo sostenible”. El uso genera dudas aunque se tiene la certeza de que se relacionan con cuestiones referidas al campo del medio ambiente. Cuál es el verdadero sentido de estos conceptos tan difundidos pero que se prestan a confusiones.
El concepto de “desarrollo sustentable” se utilizó por primera vez en la Conferencia de Estocolmo de 1.972. Esta conferencia es un hito dentro de la historia del ambientalismo. Fue la primera vez que las Naciones Unidas convocaron a todos los países a reunirse bajo un tema común que los aglutinaba: era la creciente preocupación por el estado ambiental del planeta. Se trataba de buscar soluciones, de detener la contaminación y mejorar las condiciones de vida de la población, sin detener el crecimiento económico.
Pero, ¿Qué es en sí el desarrollo sustentable? La definición más utilizada por los que nos dedicamos a las ciencias del ambiente lo concibe como el tipo de desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer a las futuras, respetuoso de la calidad de vida y el ambiente en donde se desarrolla la actividad. Es decir, es necesario que la apropiación de los recursos naturales por parte de la sociedad, no comprometa la supervivencia de las generaciones por venir, cuando procura satisfacer las necesidades de las actuales.
Lamentablemente, con sólo echar un simple vistazo a nuestro alrededor, es fácil comprobar la poca aplicabilidad práctica de esta noción. Generalmente, no se incluye en los costos finales de los productos y servicios el costo ambiental del proceso de producción, es decir no se incorpora el costo de las llamadas externalidades. Se vuelcan efluentes industriales sin tratar a los ríos, se emplea tecnología obsoleta y contaminante, se emplean recursos escasos hasta llevarlos al punto de la extinción, las emisiones gaseosas de una fábrica afectan a todo el barrio que la circunda o se construyen viviendas en suelos que no son aptos para ello. También cuando no se emplean materiales reciclables en los envases de los productos
En países como el nuestro, el costo ambiental no lo pagan los empresarios. El costo ambiental lo paga toda la sociedad. La que no siempre se beneficia con las ganancias de las empresas pero la que sufre el impacto que esas empresas generan en el entorno.
Por ello es simple concluir que nuestro modelo de desarrollo está lejos de ser “sustentable”.
En ocasiones, se tiende a confundir o emplear como sinónimo de “sostenido”, término propio de la economía. Se suele pensar en crecimiento sostenido de la economía, desarrollo sostenido de ciertos rubros de la actividad industrial o comercial, pero sin dudas quienes se refieren a ellos, rara vez lo piensen involucrando las variables ambientales (costos o externalidades a que nos referíamos anteriormente)
Por ejemplo, una empresa puede ver incrementadas sus ganancias día a día, pero si sus trabajadores se enferman por el tipo de materiales que se emplean y no se les brindan las mínimas normas de seguridad, no estamos ante un caso de desarrollo sustentable, aunque sí sea sostenido.
Pero no todo el panorama es negro y pesimista, la sostenibilidad o sustentabilidad como modelos de desarrollo no se imponen de la noche a la mañana, como por arte de magia. Hace falta decidir el inicio de un proceso de adecuación y aplicación de estrategias eficaces y acordes al modelo de desarrollo que se quiera implementar, teniendo en cuenta que no basta con poseer riqueza sino hay una política pública que preserve el ambiente y que se sostenga en el tiempo. Es decir, se requiere la voluntad política de cambio de toda la sociedad.
A esta altura del artículo, ustedes me dirán cómo vamos a pensar en las generaciones que están por venir cuando hoy tantos habitantes de nuestro país y del planeta carecen de los más elementales bienes para asegurar no ya su existencia sino su subsistencia. Éste sería tema para otra conversación.
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