Todo está clavado en la memoria
Se cumplen treinta años de la masacre de Fátima
Hace tres décadas la dictadura militar perpetraba uno de los actos más sanguinarios del proceso. Un importante acto se realizará en el lugar desde las 14. con la presencia de organismos de Derechos Humanos, y funcionarios nacionales y provinciales.
Ernesto, como la mayoría de los argentinos, vivía sobresaltado y con mucho miedo en esa época de nuestra historia. Pero la madrugada del 20 de agosto de 1976 el ruido de un camión lo sobresaltó. Todos en la casa se despertaron. Con las luces apagadas de la casa y la familia en tensa atención observó como el camión junto a dos vehículos buscaba el camino que une las ruta 8 y 6. En esa época, Fátima era un extenso campo con algunas casitas, una localidad incipiente que comenzaba a tomar forma circundando a la estación de trenes y a la química Casco. De noche no circulaban vehículos, a no ser por una emergencia. Minutos después, cerca de las 4.30 de la mañana, cuando todos ya se habían acostado nuevamente una intensa explosión los sacudió de sus camas.
Al otro día, Fátima se levantó rodeada de soldados y personal militar que trataban de impedir que la gente se acercara a ver el horror de cerca, ese mismo horror que ellos estaban diseminado a lo largo y ancho del país.
Está clavado en la memoria.
Haydée buscaba desesperadamente a su hijo que había desaparecido el 7 de agosto de 1976. Horacio era ejemplar y había sido un destacado alumno en el colegio. Ese año estaba haciendo la colimba hasta que fue secuestrado por un grupo de tareas en la casa de su novia (a ella también se la llevaron). Su marido, Oscar, sintió como un golpe en el pecho cuando escuchó la noticia: treinta personas habían sido masacradas en Fátima menos de dos semanas después de que se habían llevado a su hijo. Y consultó a su esposa si iban a ver si lo encontraban allí. A Haydée no se le cruzaba por la cabeza que su hijo estuviera ahí. “¿Cómo vamos a buscar a Horacio entre los muertos? -se repetía-, tenemos que buscarlo entre los vivos”. Y sí, Horacio estaba allí. Según consta en la causa judicial que investiga la masacre de Fátima, y que probablemente llegue antes de fin de año al juicio oral. Estaba “atado de manos, con los ojos vendados, y con un disparo en la sien efectuado a un metro de distancia que ocasionó su deceso, junto a la posterior explosión”.
Está clavado en la memoria.
20 de agosto de 1976
Francisco Valdéz desempeñaba funciones en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y el 19 de agosto su jefe, la “Chancha” Bufano, le dijo que necesitaban un chofer de confianza para hacer un traslado de detenidos. Se dirigió a la Superintendencia de la Policía, Coordinación Federal, en Capital con el “Ratón” y “Oscar” donde le entregaron un camión Mercedes Benz 608 verde, tipo furgón, sin ventana ni patente. Había también allí dos Ford Falcon, uno manejado por la Chancha. Estacionan en el playón, que se encontraba con todas las luces apagadas por el “traslado” y por el ascensor bajan a treinta personas, 10 mujeres y 20 varones. Estaban adormecidas, cuatro casi muertas envueltas en mantas. Vergara, Pop, El «Gato» Doval, el principal Rico, el cabo Alfonso, el agente Suárez Bustamante, el oficial Rico, el cabo primero Torrisi y el agente Mesa, fueron quienes trasladaron los detenidos desde el ascensor hasta el camión verde. Los treinta fueron apilados brutalmente «y a las patadas»; cuatro de ellos «como muertos» envueltos en mantas.
«Estos se van para arriba», dijo uno de los que iba en los autos, según el testimonio del ex efectivo policial Armando V. Luchina. El «Chino» Martínez en representación de la Superintendencia de Seguridad Federal subió al camión con él, indicándole que siga a los coches. Salieron de ahí, tomaron la Avenida 9 de Julio hasta el Bajo, por allí a General Paz y al acceso Norte. Luego siguieron por Panamericana hasta la ruta 8 y en la localidad de Fátima ingresaron por el camino viejo, que une esa ruta 8 con la 6. Frente a los galpones avícolas de la empresa Albayda estacionaron, bajaron a los detenidos, aún con vida, y fueron ubicándolos al costado.
De inmediato, uno de los Falcon se adelanta y Bufano le ordena que retire el camión. Lo llevó a unos 150 metros del lugar desde donde, después de apagar las luces, escuchó disparos y los gritos de las víctimas. En su declaración informativa, Valdez agrega que los disparos eran de pistolas cortas, tipo 9 mm.
Luego se escucharon las detonaciones producidas por las bombas.
En otro camino de tierra abandonan el camión, lo rocían con nafta y le prenden fuego. Probablemente sea el mismo furgón Mercedes Benz que apareció incendiado ese día en las cercanías de donde está hoy el Shopping Torres del Sol. La bomba, sobre la cual habían depositados los cadáveres, detonó cerca de las 4.30 del 20 de agosto.
Todo está clavado en la memoria.
Los actos
Mañana en Fátima se realizarán varios actos recordando el brutal asesinado con el lema “Creían que nos mataban y nos estaban sembrando”. Se espera la presencia de funcionarios nacionales, provinciales y municipales. Están organizados por la Comisión de Derechos Humanos de Pilar y por familiares de las víctimas.
A las 15 se redescubrirá la placa en el lugar de la masacre. Una hora más tarde, a las 16, se inaugurará el monumento a la entrada del camino en Fátima sobre la ruta 8 vieja. A las 17 se realizará un acto de homenaje a los asesinados, con participación de artistas invitados.
Para los que quieran participar y no cuenten con movilidad a las 14 hs. saldrá un colectivo desde la plaza central de Pilar hacia el lugar del acto. Para los que vengan de Capital el micro partirá a las 13 desde en la sede de Familiares, Riobamba 34.
Convocan al acto Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, HERMANAS de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, Servicio Paz y Justicia, Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S Regional Capital en la Red Nacional.
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